18 de septiembre de 2011

Siempre hay algo por qué luchar


Me dirigía a mi hogar y no sé cómo me quedé dormida, en el metro línea cuatro dirección a Puente Alto.
Desperté en el terminal, última estación preguntándome cómo había sido. Me bajé del vagón con una amiga quien me acompañaba. Esperé un tren no sé a qué dirección… tenía que cambiar de andén o tenía que salir de ahí, era tarde.
Estábamos esperando, el aire que se respiraba era espeso, casi no había gente en el lugar. Mi amiga y yo no hablábamos, yo estaba más callada de lo normal y a lo lejos se siente venir un tren, fue en cosa de segundos que dos mujeres saltaron al encuentro del tren y su velocidad. Una de ellas de cabello castaño, largo, ondulado y de piel blanca, contextura media. Mi reacción fue dar la espalda a la horrible escena, sabía lo que se venía y mi amiga en el mismo segundo que todo ocurría enunció:

- ¡No! ¡No lo hagan! Siempre hay algo por qué luchar…

Sus palabras eran certeras pero no suficientes, ellas nunca lo habían podido escuchar, ni en el momento ni en toda su vida, ni en el tormento que las había llevado a tomar esa decisión.
De espaldas a la escena sentí como sangre saltaba hacia mí. Sentí en mi espalda, en mi cara y cerré los ojos, era demasiado para mí.
Lo que aconteció luego de toda esta situación no parece relevante. El cambio de andén estaba cerrado, no tenía cómo volver a casa. Nos fuimos a un departamento de gente que no recuerdo con exactitud. Me puse una chaqueta para tapar el recuerdo y las huellas de lo que había presenciado, sin habla y con la imagen en mi mente que me descomponía a ratos continuó la historia con la travesía de volver a casa.


Amiga, te quiero.

2 comentarios:

  1. :O!! Que cuatico!

    Una vez soñe que atropellaban a una persona y la veia toda mutilada en la rueda...fue shockeante!

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  2. Extraño leerte mas seguido, leer tus sueños es como leer tu mente, asi se lo que no dices.

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