9 de diciembre de 2011

Una muerte anunciada

Estábamos divirtiéndonos. Habíamos dado rienda suelta a nuestras pasiones. Le había hecho saber lo que sentía, me gustaba que estuviéramos juntos pero el tiempo se hacía poco. Me contaba historias de cómo había sorteado su suerte alguna noche, intentando escapar de un asalto o quizá mucho más que eso, por la gente involucrada y la forma.

Es cuando recibo un mensaje de texto. Clau: Significa que tienes una especie de enfermedad donde afecta a todo tu organismo, los síntomas son los siguientes, y podrías morir mañana, pasado o quizá en unos meses.

Era la peor manera de hacerle ver a alguien que iba a morir antes de lo previsto. Me daba pena y lloraba. Me sentía feliz con la vida que estaba llevando, sentía que a esas alturas estaba realizada y además, me estaba comenzando a enamorar. Yo miraba a mi compañía y me preguntaba ¿por qué ahora? Y ésta dijo… ¿por qué a mí?. Comencé a sentirme mal, me faltaba el aire que en realidad en ese lugar sobraba, tenía nauseas, todo estaba mal.

Nos bajamos de donde íbamos, que era una especie de micro personal. Estábamos en busca de mi amiga del mensaje. Mi compañía se me pierde por un momento y al momento de irnos estábamos los tres. Sentía que me gustaba tanto. No podía irme con ella esta vez y me ofuscaba, a estas alturas el tiempo era oro y un minuto sin mi compañía no podía perderse.

Quería decirle que me encantaba, que no quería irme sin estar a su lado, tenía miedo de morir mañana y no haberle dicho o hacerle saber todo lo que estaba sintiendo.
Con mi amiga llegamos a casa. Ella se fue a mi pieza y yo me encontré con mamá. Mil y un veces me preguntó¿Qué pasa? Con la cara en llanto sin saber cómo explicar bien la situación.
Tengo cáncer, le decía. Voy a morir.
A mi madre se le desfiguró el rostro pero intentó disimular muy bien. Vio los exámenes, vio el mensaje y empezó a descomponerse. No puede ser, pensé, voy a matarla antes, no!
Cuando me fui a dormir , en ese instante me vi durmiendo en el suelo, en otro lugar y vi a un “doctor” que protestaba ante la situación de alargar el estado de los cuerpos entre la muerte y la morgue. La idea, no era hacer eso. ¿Por qué yo estaba en la fila? Con un caballero que me dice. Tranquila, muchos ya tomaron la decisión, las cosas deben ser así, nada pasará. Cerré los ojos y me entregué a lo que era mi muerte, me estoy yendo, pensé. Sentía que todo se desvanecía, yo, el sonido, el latir. Me di cuenta que no era un dormir constante, porque desperté de inmediato y todo era tranquilo…no estaba muerta.

Desperté en casa y mucha gente estaba allí. Junté a toda la familia y en conjunto con mi madre enunciamos lo que nadie estaba dispuesto a oír. Claudia está enferma y va a morir. Todos recordaban a Lolo, que murió tan joven. Yo estaba destrozada, asumiendo la situación, a ratos lloraba a mares y en otros…

Fue cuando lo vi. No sé por qué vivía ahí, yo estaba en un extremo de la mesa y él en la otra. Él comía pan y mi madre me pide un pedazo de este.
Tomo la panera, sin dirigirle la mirada, le entrego el pan a mi madre y vuelvo a la mesa con la panera e inevitablemente nuestras miradas se cruzaron. Me sonrió e hice lo mismo. Me hacía señas con la mirada y yo respondía con un “Asi es no mas…”


¿Cómo estás?
--Bien.
Qué bueno.
--Si.
¿Qué pasó?
--Tengo cáncer.
¿Cuánto tiempo te dieron?
--Días, semanas, meses.


El se paró del lugar y se fue a su dormitorio, donde ahí debía estar lo que era su novia. Él no demostró estar afectado, pero precisamente se fue por eso, porque le afectó. Yo me di cuenta al mirarlo esta vez, que estaba realmente horrible o quizá siempre lo fue y nunca quise verlo con los ojos del alma, porque no fui capaz de hacer caso a la señal de su fealdad aquella noche en que estuvimos juntos al sentir que era otra persona, pero estaba vez,era capaz de ver mucho más allá.

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