3 de octubre de 2009

Partenón


Mi madre como nunca, fue invitada a un matrimonio al cual yo también asistí. El lugar era hermoso, tenía un aire al Partenón en Grecia reconstruido de mármol y amplio, el piso era marmoleado de un color terracota, para mi era como un cementerio pero lujoso, sus paredes eran en mayoría ventanales.
Disfrutaba del lugar y la comida, no conocía a mucha gente salvo cinco personajes que no participan directamente en mi vida K, C, Mr, D y S compañeros de una amiga MS.

Disfrutando del encuentro me vi envuelta en un intercambio de coqueteos con uno de ellos Mr, donde terminamos besándonos y debo reconocer que fue un buen beso.


- ¿Claudia? No! ¿por qué se besaron? ¿Por qué con él? Acabas de arruinar tu vida.

- ¿Qué tiene? Fue un buen beso ¿Qué tiene de malo? Fue solo eso.

- El posee a las mujeres Claudia, me decían K y C, nunca mas te dejará tranquila.


La verdad me asustaron, para mi había sido solo un beso de lo cual saqué los peores pensamientos, el intentaría hacerme suya, como sea, pensé en las cosas mas obscenas y tenía miedo que abusara de mi. Continué del momento, preocupada de mí y de él, y por suerte no me prestó más atención, me había salvado de esa.

- Bueno yo me tengo que retirar es tarde, decía mi madre.

- ¿pero por qué tan temprano?


Yo la estaba pasando bien, aunque por otro lado era mejor escapar cuanto antes de ahí, de todos modos estaba arruinada, uno de los dormitorios del lugar era donde yo dormía y mis conocidos y otra gente estaban disfrutando precisamente ahí. Entré y prácticamente era como si yo no existiera, ellos reían y bebían y yo observaba sus rostros, muchos de ellos desconocidos, procedí a despedirme.

Cuando voy saliendo de uno de los salones, viene hacia mí otro compañero de MA, Kt que no estaba antes, lo desconocí, tenía el pelo alisado y además su rostro expresaba profundo agrado y felicidad.

- ¡Hola Claudia!

Directo hacia mí y con intención de abrazarme, yo iba caminando derecho y segura, no le presté atención lo hice a un lado con mi brazo derecho extendiéndolo horizontalmente y dije:

- A nadie le importa

Pasaron segundos donde pensé en mi actitud, escuché a mis espaldas – ¡OH, lo que hizo! - ¿Cómo puede ser así? Medité en que mi madre debía estar disculpándose por mi mala actuación y al mirar hacia atrás me di cuenta que no lo había reconocido, me acerqué a él y le pido disculpas a lo que él me retira del salón y recorremos el lugar, que insisto se asimilaba a un cementerio, este tenía un sector malo y un sector bueno, un claro y obscuro y Kt me lleva hacia lo malo. No sé como fue que escapé de él y regresé al salón. La fiesta había terminado y estábamos todas juntas, unas compañeras que permanecíamos ahí por algún motivo x.
Yo me llamaba Estela, era morena de pelo largo contextura media y con lunares en las mejillas, tenia miedo y no podía dormir, además no quería estar en ese lugar y lamentablemente tenía que ser así, un mes más allí. Soñaba y daba vueltas en mi cama, soñaba en mi sueño…

- ¿puedo tomarte la mano mientras duermo? Le dije a mi compañera de pieza que estaba acostada en la cama de mi izquierda.

- Claro, ¿por qué no? Ella me extiende su mano y acto seguido cada cama con cada humanidad sobre ellas comienzan un canto de burlas por mi niñería.

- ¿por qué la molestan? Tiene miedo ¿acaso no puede tenerlo?

Defensora compañera, con un toque de sinceridad oculta. Quería marcharme de ahí cuanto antes, ya había amanecido y estábamos ordenando el cuarto cuando aparecen nuevamente los compañeros de MA: Mr, S y D.

- ¿ellos pueden venir cuando quieren? ¿Tienen permitido visitarnos? Pregunté asustada, ya que quería decir que Mr podía entrar al lugar cuando le diera gana.

- Si, puede venir cualquier persona a visitarnos.

Eso no me favorecía, estaba angustiada ¡¡quiero despertar!!
Tomé mi celular y llamé a una ex compañera de colegio, amiga a la cual he tenido muy abandonada.

- ¿Caro? ¿Podemos hablar? ¿Estas en tu trabajo? Te necesito

- Claudia estoy ocupada ahora, voy a almorzar hablamos mas tarde.


Y bueno, no podía llamar a mis padres pero al menos hice el intento de llamar a alguien. ¿Me debía resignar? De pronto entra a nuestro dormitorio el dueño y señor del encierro y se dirige hacía mí:

- Está bien niña, puedes salir.

Se encendió la luz, abrí los ojos y sentí la angustia de un mal sueño.

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