10 de noviembre de 2009
Te busqué
La busqué, no sé bien para qué ni por qué pero lo hice. El teléfono público me esperaba con un par de personas detrás de mí las que no se inmutaban ni hacían alardes de mi demora. Traía un chaquetón de bolsillos grandes y en ellos las monedas se me hacían tan pequeñas que no podía encontrarlas. Sacaba un puñado y solo salían las que yo no necesitaba, para poder acortar la distancia tomar el maldito teléfono y marcarle. No sé cuanto tiempo me habrá llevado encontrar solo una y es que el destino no estaba a mi favor y decidí establecer un bolsillo para cada moneda, así todo sería más fácil. Sacaba monedas y solo salían las que no necesitaba y las apartaba en el bolsillo derecho, cuando al fin salió la que yo esperaba la ingresé por la ranura, marqué el teléfono y no contestó.
Ese día desesperadamente necesitaba saber de ella, qué hacía, cómo estaba, si me extrañaba, si me necesitaba.
Volví a casa con la sensación de una fiesta a la cual no asistí, no me invitaron y ella estuvo ahí. Mi amiga sabría detalles de lo acontecido pero nadie parecía interesado de ponerme al día sobre ella ¿Qué estaba pasando?
¿Sabes si tomó? ¿Estaba con alguien? ¿Está bien?
Y no recuerdo nada mas y solo sé que hubo algo, no sé precisamente si la hallaba, no supe nada certero salvo mi desesperada necesidad de encontrarla.
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Te acuerdas de mi?
ResponderEliminarno soy más que el mismo flaco de siempre
con un conato de panza que me está haciendo lucir como luce una soga cuando en medio tiene un nudo.
El pelo un poco más corto y una tos de cigarro que me despierta en las noches, vivo en el mismo lugar, calle mártires 28 y aún conservo la cama que fermente tu humedad.
el mismo lunar en el sitio donde tú ya conoces, voy al mismo bar, para ver si asesino mis noches y entre una nueva cana y el deseo de encontrarte se me gasta la vida.
Ya probé con el yoga, el harikrishna y budú, ya probé con un brujo, un adivino y un gurú, pero me sigo poniendo viejo, me lo dice cada día el espejo y tú no apareces por ninguna parte.
Mi trabajo muy bien, hasta me han aceptado como miembro master card y leo más el lado izquierdo que el derecho en los menús, me he comprado un auto ya no viajo en autobus.
Pero te extraño a rabiar, al extremo de que nuestra cama no la he vuelto a usar y si me cae una aventura la revuelco en el sofá por no herir el recuerdo que se anida entre el colchón.
Soy el mismo de ayer aunque ya no respondo como antes me tendrías que ver, cuando ya no se encumbra el deseo y entre charlas de Borjes y de García Marquéz busco un mejor momento.
Ya probé con el yoga, el harikrishna y budú, ya probé con un brujo, un adivino y un gurú, pero me sigo poniendo viejo, me lo dice cada día el espejo y tú no apareces por ninguna parte.