Un lugar llamado aquí

Son las 2:24 AM me acosté hace más de una hora y la carencia de sueño y anhelo por saber que pasaría me hizo seguir leyendo, Un lugar llamado aquí. He llegado a pensar que los libros siempre llegan a mí por alguna razón. Más bien las razones podrían ser porque necesitaba leer aquello en ese preciso momento.
Terminé la última línea, mis lágrimas mojaban mi cuello, apagué la luz de la mesita que hay junto a mi cama y mis ojos encendidos mirando el techo a oscuras con un poco de luz que entraba desde la ventana me hizo volver aquí. A escribir.
Son las 2:30 AM y me desperté a las 9 de la mañana llorando porque en sueños me obligaban a contraer matrimonio con alguien que no conocía, en un estado que no me gustaba había firmado mi sentencia y lo peor de todo es que la veía a ella como siempre a lo lejos y había comprendido, sin quererlo, que la había perdido para siempre.
La verdad, es que con esto sigo llorando aun más porque logro dar conexión a todas las cosas que vivo, que me suceden y que sueño.

“Cuando el dolor se va, la rabia ocupa su lugar, y cuando la rabia pierde fuerza, la soledad se hace cargo de la situación. Es un círculo interminable de emociones: cada emoción perdida es reemplazada por la siguiente”

Pensaba en la extraña sensación de sentir la soledad de tu dormitorio, mientras todos duermen o su gran mayoría, lo extraño que es sentir que estás ahí, que algo está sucediendo pero nadie realmente lo sabe. Que te estás perdiendo.

“Todos nos perdemos en alguna ocasión, sea por decisión propia o debido a fuerzas que escapan de nuestro control. Cuando descubrimos lo que nuestra alma necesita aprender, el camino de vuelta se presenta por sí mismo. A veces vemos la salida, pero seguimos avanzando y ahondando a pesar de nosotros mismos: el miedo, la rabia y la tristeza nos impiden regresar. A veces preferimos permanecer perdidos y errantes, ya que suele resultar más fácil. Otras veces hallamos la salida. Pero, pase lo que pase, siempre nos acaban encontrando.”