9 de enero de 2010

Una noche de museo

Me daban la bienvenida al lugar eran calles limpias y estilo colonial. Llegando a tres puertas transparentes de vidrios y con sus nombres a toda vista él me dice:

- Aquí es …
(un nombre que no recuerdo).

El lugar era una ciudad de Australia o Alemania y supuestamente, la entrada a ese sitio era otra ciudad. Entré con quien entonces era mi pareja desconocida y sin rostro y mi hermano.
Al entrar todo se transformaba en un pasillo donde había exhibiciones de ingredientes regionales. A la izquierda, abrazándome y caminando juntas con mi novia, se encontraba la muestra de todos los tipos de champiñones de la región. Los pasillos mitad hacia arriba eran ventanales, vidrios transparentes donde se veía hacia el otro lado que personas cocinaban con las variedades de champiñones. Eran exhibiciones gastronómicas de ingredientes regionales.
A nuestra derecha de igual forma, variedades de pimentones de la región, colores y olores.
Pasando ese sitio se encontraban en una exposición de dibujos animados “de culto”.
Mostraban una secuencia de escenas donde formaban una especie de mural en vivo con Los Pica piedras, Bob Esponja y El Mago de Oz.
Yo sin enterarme por no estar en la mejor posición en la exposición, mi hermano dice:

- Saca fotografías, ya verás.

Mi cámara desgastada solo quedaba baterías para una sesión sin flash. Sin duda fue un error.
Al darme cuenta que la exposición incluía imágenes del Mago de Oz me emocionaba, por fin consideraban mi película “de culto” para algo así. Ya el día había sido genial.
Sigo a la siguiente escena sin acompañantes y me encontré con objetos valorados de Superman. En ese lugar él trabajaba en una fábrica de trabajo con acero, y en la exposición abundaban figurines de Superman de acero. Al fondo de la pieza y hacia el lado izquierdo una serie de folletos, calendarios, relojes y cosas que identificaban a la serie. Especies de imitaciones que parecían originales. Yo tomé en mi mano un folleto donde salía Clarck Kent , era verde y brillante, lo encontré realmente hermoso y me sorprendió la idea de que podíamos tocar todo lo que quisiéramos.
Sentada analizando lo hermoso del folleto aparece mi madre.

- ¿deseas un té?

- Claro que si.

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