22 de abril de 2012

Dos meses felices, cinco momentos eméticos


1. Conocía a tu nueva conquista y le advertía de que tú me pertenecías. Mal sueño

2. Soñé que te veía en la esquina de mi casa y no me interesabas. Mal sueño, mejorado.

3. Soñé que mi pareja era amigo de tu pareja y los invitaban a almorzar y maldecía la idea de tener que soportarte. Pesadilla

4. Soñé que te veía en drogas y alcohol en el metro y en ese estado patético, te tomaba de los hombros y te decía ¡mírate! ¡reacciona! Te estás matando. Un sueño o ¿deja vu?

5.

Iba camino al metro luego de un par de clases de la Universidad, junto a alguien que me gustaba mucho… aunque físicamente en el sueño se alejaba bastante de lo que realmente me atrae en la realidad. Nos sentábamos uno al lado del otro, mi ideología onírica de amor y yo, el metro venía repleto, como es de costumbre en Santiago.

En ese momento te sentí, de piel cándida casi transparente con olor a párvulo como cuando te conocí, se me hacía la idea de una persona pura y sincera, te acercabas a mi oído y decías…

- Estoy a tu lado, juro que fue de casualidad, no quise encontrarte, estoy con mi novia aquí y no quiero turbarte.


Esas palabras fueron la guinda de la torta o la gota que rebasó el vaso, no me importaban sus buenas intenciones, yo no quería saber más nada de esa persona. Con toda mi buena educación de lado, comenzó un cúmulo de insultos que podríamos resumir en palabras pulcras; no me hables, no me importa si estás y no deseo saber nada de ti.


Pesadilla, mal dormir y todos los sinónimos posibles.
Y pensándolo muy bien, creo que fue una contestación casi consciente a mi momento onírico, para que desista de joderme con encuentros desagradables mientras trascurren.

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