Caminando por los pasillos de la tienda comercial, te vi.
Tal cual, con tus colores, tu ropa, tu mirada de niño juguetón, bendito seas. Estaba tan emocionada
por el hecho de verte ahí, intenté que me veas, quería saludarte, así que busqué tu rostro y con la mano
hago el típico saludo de “Hola”, al verme, esta vez tu rostro no emite un
"que falsa casualidad", esta vez fue “que gusto de verte”.
Espero en el pasillo mientras tú terminas de pagar tus
cuentas, la curiosidad me mata. Te acercas, me saludas - ¿Qué estás
haciendo aquí?- me dijiste.
Estaba paseando, vengo de mi curso de capacitación, ¿y tú?
Yo estaba pagando unas cuentas y ahora me voy. ¿Nos vamos?
Yo estaba pagando unas cuentas y ahora me voy. ¿Nos vamos?
Saliendo
del lugar, era una especie de fábrica de la tienda, había rejas de contención y
el entorno era un estacionamiento, no tal cual, pero el piso se le parecía, así
también las señaléticas. Yo aun no podía creer del todo que estaba justo
en ese momento contigo y a solas, nadie más que nosotros.
Me acerqué a ti más de lo normal, fue por algo en particular
estoy segura de eso, pero no recuerdo lo particular, pero sí recuerdo tu
rostro, inseguro, asustado que me miró a los ojos y no supo qué hacer.
Dame un beso. Me gustas ¿acaso no es evidente? – Dije,
apostándolo todo.
Sí, me hiciste sentir, con la mirada y tu cabeza que
oscilaba de arriba abajo.
Describir ese momento no tiene cabida en alguna parte y
tampoco con palabras. Puedo cerrar los ojos y ver la misma cara que me
plantaste, sentir tu piel morena y tersa, puedo verlo, sería genial verlo
otra vez. Fue un beso increíble, sentí desde el contacto con tu boca hasta la última
molécula de ti, estaba en las nubes, sin duda, fue el mejor beso que me han
dado desde hace mucho tiempo.
Caminando por el lugar parecíamos dos niños pequeños, tú te
dejabas querer y yo quería en demasía, íbamos tomados de la mano y yo la besaba
cada cierto tiempo, no podía controlar mis impulsos sobre ti, cuanto me
magnetizas.
En un momento, he de suponer que pierdes la compostura, en
el centro de alguna parte de nuestro cuerpo, alma o mente, sentimos algo y ese
algo es lo que nos lleva a dar o recibir en momentos determinados. Apoyados en
la reja de contención, me abrazaste y yo también a ti y con el cúmulo de sentir
que tenías guardado me besas, si, esta vez tu me besaste y fue nuevamente
increíble, no podría decir cuánto estaba disfrutando ese momento.
Te alejé un poco de mi piel, solo para contemplarte a menos de un metro de mi y observar la belleza de la que estaba siendo espectadora, colocaba mis manos en tu cintura porque consideraba que eras perfecta, con tu pelo largo y tu piel blanca, sentía que estabas más exquisita que nunca.
¿Perdón? ¿Qué pasó? Entré en razón y me di cuenta que
te habían cambiado, físicamente ya no era él, era ella, pero yo seguía
sintiendo lo mismo hacia él con la imagen de ella. Yo lo quería a él.
Que wenaaaaa me mantuviste al borde del asiento siempre, No cache mucho el final jajajaa algo deduci, pero me gusto mucho.
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