Cuando te vi, fue una sorpresa
grande. Nunca pensé que te iba a ver, en realidad nunca pensé estar así
contigo. Estaba acostada, esperando levantarme, esperando que algo magno me
motivara y me hiciera salir de la cama y llegaste tú. Alto de anteojos con ese caminar
como si los hombros pesaran o el mundo fuera demasiado pequeño o quizá tú muy
grande, así un poquito como me gustabas y como te recuerdo, pero ojo que solo
gustabas.
Nos saludamos, como dos viejos
amigos que en realidad no fuimos. Un correo electrónico que demostraba que más allá
de ser el simple jefe de un área, más allá de los ¡Hola! Que nos regalábamos a
diario y de los reportes semanales que dejaba en tus manos, había una mínima y ecuánime
cuota de afecto.
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- ¿No me diga que se va?
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- Así es, trabajo hasta la próxima semana.
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- Bueno, si es algo mejor que acá, aprovéchelo. Le
deseo lo mejor.
Dos correos electrónicos manifestaban
que quizá no solo había una mínima y ecuánime cuota de afecto, sino que además
una cierta conexión y no solo eso, además un sueño que derivó en correo y que nos
hizo terminar hablando de relaciones. No, no era el simple, guapo e interesante
jefe de área.
Ahí estabas, mirándome, sin
ninguna intención porque a pesar del gusto, nunca la tuvimos. Te acostaste en
mi cama y te sentí tan frío. Te sacabas los calcetines, solo porque piel con
piel quita el frío y eso querías, no sentir más frío. Yo te abrazaba y me percataba de que nosotros éramos
dos personas no compatibles, con lo que entablaba una de mis típicas teorías
mientras continuaba con nuestro abrazo.
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- Soy de la idea de que dos personas son
compatibles cuando su resistencia al frío es opuesta. Soy de la idea de que una
persona corporalmente fría no puede estar con otra corporalmente fría, porque deben
ser opuestos, los polos opuestos se atraen y yo soy corporalmente fría,
necesito un cuerpo caliente. Mientras pensaba que no podría estar con alguien
como él.
Mi familia se iba de paseo y
sabía que todos estaban en eso, se supone que yo también, mientras seguía
pensando en lo opuesto de la temperatura de los cuerpos, no quería quedarme
abajo. Me levanté y empecé a buscar mis cosas, debía ducharme, cuán importante
era mi ducha y cuán importante era también no quedarme abajo del paseo. Tenía
una cierta preocupación, de que se fueran sin mí, que no me notaran, que
olvidaran que estaba ahí, dándome una ducha para ir de paseo.
Todo lo que viví después es
demasiado confuso y no lo recuerdo. Ella me llamaba, N me llamaba y sabía que
tenía que llamarla de vuelta, sabía que debía estar para ella, sabía que ella
era algo importante, ella era, algo era.
Me quede un rato en tu blog, y me fui a tus fotos, dibujos y más...
ResponderEliminarCon Manuel García de fondo no fue tan melancólico...como lo es la canción....raro no?......