Sentir el olor a primavera de un lugar desconocido, es como lo más genial que uno puede sentir en determinados instantes. Lo curioso es que el lugar sea desconocido, yo estaba en una especie de estacionamiento y estábamos felices y no sé bien el por qué. Olía a primavera y lamento decirles que tal aroma no existe aunque yo siempre he creído que sí.
El aroma primavera no es más que el olor al fruto de un árbol que se da en Santiago de Chile y probablemente en muchas ciudades del país y hasta en otros países, pero como solo lo he sentido en Santiago desde el mes de Septiembre y en aquellos días secos, para mí y por hoy las cosas solo suceden aquí. El problema, es que no sé cómo se llama el árbol y sería entretenido saberlo, pues así todos sabríamos cual es el olor a primavera. ¿Saben qué? Caminen por el Parque Forestal, desde Baquedano hasta Bellas Artes en un mes de Octubre y sabrán a lo que me refiero; olor a primavera.
Estábamos felices, y no sé por qué, parecíamos estar en medio de una danza africana o quizá una capoeira, estábamos extasiados, enérgicos, brincábamos, reíamos, bailábamos y lo que tampoco supe es por qué tú estabas ahí, junto a mí a P, F, M y varios más que no recuerdo. El cuadro no era normal, tú no debías estar ahí y en realidad no podías pero ya estabas y no estabas feliz, no estabas por todos nosotros, estabas solo por mí. Me abrazabas y besabas y yo no comprendía bien que estaba pasando ¿por qué estabas dispuesto a exponerte de ese modo?
Yo miré tu rostro moreno y con ciertas señales de tu edad, cuarenta años no pasan en vano. Te observé una y otra vez y tú seguías abrazándome con el propósito de sacarme de ahí. Esa era la idea, tú estabas con nosotros pero a medida de que yo más feliz estaba, mas bailaba, sonreía y saltaba, tú me dabas un beso para apaciguar mis risas, me abrazabas para calmar mis brincos y me empujabas un poquito hacia lo que querías, no estar ahí.
No era un cuadro normal, era como una fiesta de una persona absorbida y feliz con el infeliz que quiere detener el panorama y para eso ocupaba sus encantos, sus encantos que me embrujaban. La fiesta consistía en risas, era mirar tus ojos y reírme en tu cara, acercarme a tu boca, robar tu aliento y prometer un beso que no te iba a entregar, era coquetear y provocarte, mientras más quieta me querías yo más brincaba a tu alrededor, era como Dolores Haze con el profesor Humbert, era acceder a tus brazos, hacerte creer que estaba ahí y que te pertenecía y en el mismo segundo volver a reír, brincar y separarme de ti. Yo volví a observar tu cara. Te ves más viejo de lo que realmente eres, porque no tienes cuarenta años y tienes arrugas y yo estoy contigo. ¿Realmente quiero estar contigo?
Me alejaste y sacaste del lugar. Si, lo lograste, te seguí, eso querías, eso quise y me llevaste a una habitación. Una habitación antigua y estábamos celebrando algo, al parecer era mi cumpleaños y aunque la escena era sencilla, era una sorpresa para mí. La sorpresa consistía en una habitación decorada completamente con máscaras, máscaras venecianas hermosas todas y por todo el lugar, era un cuadro sencillo ya lo dije, pero era una hermosa sorpresa, no tenía duda de que me había encantado y lo que ahora debía seguir, era escoger la más linda, mi favorita.
...mientras más quieta me querías yo más brincaba a tu alrededor, era como Dolores Haze con el profesor Humbert...
ResponderEliminarElla lo tentaba, lo provocaba pero él bien sabía que ella no se iba a quedar con él. Él era como el juguete de ella y ella lo utilizaba en cierta forma, él la amaba, él la quería para si y solo para si.
¿algo así eras tú en el sueño? ¿y quién es él?
Los sueños, sueños son.
ResponderEliminarYo me sentía Dolores Haze y él era el profesor Humbert, pero sueños, sueños son.
Entonces no cuestiono más y que sea solo un sueño Srta Clo.
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