Anoche quería olvidar,
quería olvidarme un poquito de mis malas decisiones, de mi trabajo, de la gente
con la que convivo de 8:30 a 18:00 y la falta de cojones para jugárselas por el
equipo laboral. Quería olvidar, pero ya no se usa eso de ir de juerga con los
amigos y emborracharte por las penas, ni por las cosas que no resultan, ni por
el pasado inexistente.
Ahora se usa que un amigo
te invite a Mardoqueo e inevitablemente acordarte que siempre quisiste ir allí
con alguien que también decidiste olvidar, de hecho ¿No se supone que ya no
existe? Y con la idea latente que vas a llegar a casa, le vas a enviar un correo
y decirle:
“Ey, usted ¿recuerdas
todas las veces que te dije que debíamos ir a Mardoqueo? Pues no me equivocaba,
es genial, no solo venden sándwich gigantes y cerveza, sino que además está
decorado con artefactos de muchos años atrás y de todo tipo, solo quería
decirte, que yo sé, que te gustará.”
Pero bueno, te vuelve la razón y recuerdas que
esa persona está muerta y no puedes escribirle un correo, y que a lo mejor, él
ya fue a Mardoqueo solo o quizá con alguna otra persona que debe estar presente
en tu vida. Y así pasa la noche, llegas a casa con tu estómago medianamente
lleno, sin borrachera porque ya dijimos que esa no era la idea de olvidar los
problemas, te metes en la cama y te quedas dormido hasta el otro día.
Aproximadamente ocho horas de sueño totalmente reponedoras, pero el dormir no
siempre es lo que esperamos, no siempre se encarga de recordarte que aunque esa
persona esté muerta, la extrañas cada día, la extrañas como si fuera un dieciséis de Octubre del año 2012 y aunque esta fecha para él y para todos no
signifique nada, para mí, es la última fecha en que desperté a su lado.
Yo lo conozco, aunque en
realidad no, lo conozco un “poquito” como diría él mismo o más bien, conocí lo
que él quiso que yo conociera. Él me conoce, aunque en realidad tampoco me
conoció, también fue solo un poquito o solo lo que yo quise ¿saben qué? Eso te
hace sentir culpas, él no conoció quizá, a quién escribe más cariñosa y
entregada, quizá y es cierto, debí saludarlo todos esos días de forma más
enérgica y haberle dicho lo que pensaba.
Por Dios hombre, cuánto
te extrañaba, cuanto quería verte, cuanto te quería en mis brazos.
Pero no se hizo y él
nunca lo sabrá, porque está muerto...
Estábamos viendo sus
informes y no puedo recordar de qué pero si que eran importantes, nosotros… yo
y un par de amigos más los revisaban. La verdad es que yo no entendía del tema,
ellos sabían que yo lo conocía, sabían solo eso y no había prejuicio alguno.
Entonces él salió de su
escondite a presentar sus informes, explicarlos, mostrarlos y vanagloriarse
obviamente de todo su trabajo. Me abrazó, me abrazó sin ningún remordimiento
delante de todos y yo claro, orgullosa me sentía al lado de ese hombre, era el
hombre que quería conmigo, el que tanto me gustaba y él solo tenía muchos
abrazos, abrazos fuertes y agrandes para mi… era como dar respuesta a ese dicho
que dice “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer” él lo quería hacer
notar y yo estaba bien, me sentía bien… estaba con él.
En las calles habían
protestas y del departamento del frente un grupo de fuerzas especiales sacaba a
un hombre que se dedicaba al tráfico de alguna sustancia ilícita, todos estaban
pendiente del espectáculo, todos menos tu…
Se acercaba la hora de
almuerzo y en vista de que las cosas parecían mejor y él ya no decidía no estar
o esconderme, lo llamé para quedar en almorzar pero nunca contestó..
Lo llamé de varios teléfonos,
varios minutos después y nada pasó…y fue cuando recordé, que él estaba muerto.
Él aun estaba muerto para mí.
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