Llovía tanto como un invierno del año noventa y tanto, así como cuando mi papá me tomó en brazos y mi mamá se sacó los zapatos y las medias, para caminar entre el barro y las piedras, para llegar a la casa, todos mojados.
Así mismo llovía, pero estábamos en el dos mil catorce, tu estabas de cumpleaños; y yo. Y yo, cruzaba la calle, pavimentada y perfecta, por estos lados no se inunda como aquellos años pero queramos o no, la lluvia moja igual, toda empapada llego a tu puerta ¡feliz cumpleaños!
Y no tenía nada mas que decirte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario